martes, 8 de octubre de 2013

TEMA 3: NOVELA REALISTA: BENITO PÉREZ GALDÓS.


TEMA 3: NOVELA REALISTA: BENITO PÉREZ GALDÓS.
1.- El Realismo.
Génesis
A mediados de siglo, en Francia, se llamó realistas a ciertos artistas que se proponía reflejar la sociedad del momento en contraposición con las fantasías y los sueños románticos. Desde entonces se suele presentar al Realismo como la antítesis del Romanticismo. Ello no es del todo exacto. En ciertos escritores románticos, junto a los rasgos propios del movimiento, ya se hallaban cuadros realistas (así, en novelas como Los miserables, de Víctor Hugo o en los cuadros costumbristas). Lo más exacto sería decir que del Romanticismo se pasa al Realismo mediante un doble proceso:
a) eliminación de ciertos elementos como lo fantástico, los excesos sentimentales, etc.; b) desarrollo de otros como el interés por la naturaleza, por lo regional, por lo costumbrista, por lo cotidiano.
Características.
. Frente a la idealización y evasión románticas se impone el espíritu de observación y descripción de la realidad, que se va a convertir en la principal proveedora de materiales para el arte.
. Frente a la intención romántica de explicar el mundo desde su propio YO o de proyectarse hacia mundos creados por su imaginación, el nuevo movimiento preferirá ceñirse a la realidad circundante y reflejarla del modo más objetivo y despersonalizado posible.
. En el nuevo movimiento van a contar aquellos datos empíricos que pueden demostrarse, incluso, científicamente. El artista quiere dar testimonio directo, inmediato, del mundo en que vive.
La novela es el género que mejor se adapta a los propósitos del movimiento realista y naturalista. En la novela realista todos los elementos narrativos componen un mundo verosímil:
  • Los temas reproducen los conflictos de la sociedad de la época: las tensiones políticas y religiosas, la hipocresía social, las relaciones humanas, el mundo del trabajo o la importancia del dinero.
  • Los personajes ya no son héroes, sino individuos extraídos de la realidad cotidiana, que se eligen para ser observados. A medida que avanza el Realismo, los personajes ganan en profundidad y se percibe un mayor interés en el análisis y explicación de sus comportamientos. La novela realista otorga importancia a la figura femenina y a lo colectivo: el ambiente puede adquirir en ocasiones la dimensión de un personaje.
  • El narrador suele ser omnisciente y, como en el Realismo es importante transmitir objetividad, se utilizan a menudo el estilo indirecto libre y el diálogo, que permiten a los personajes presentarse a sí mismos, sin intermediarios.
  • El orden de la narración, como el argumento suele presentar, sucesos que se conciben como un fragmento de una realidad más amplia, es frecuente el comienzo in medias res (el relato se inicia cuando la historia ya ha empezado).
  • El espacio se corresponde a menudo con lugares verdaderos y concretos.
  • El tratamiento del tiempo suele ser lineal, a semejanza del tiempo de la realidad. Sin embargo, se recurre a veces a la analepsis o retroceso para explicar el presente en el que se sitúa la novela.
  • El estilo se caracteriza por la precisión de las descripciones y la agilidad de los diálogos. El lenguaje tiende a la sencillez y, para dar verosimilitud a los personajes, se introducen a menudo regionalismos o coloquialismos.

2.- El Naturalismo.
Recibe el nombre de Naturalismo una corriente literaria fijada por el novelista francés Émile Zola (1840-1902). A los postulados del Realismo añadió Zola ciertos elementos tomados de doctrinas típicas de su tiempo:
· El materialismo. Niega la parte espiritual del hombre: los sentimientos, ideales, etc., son considerados productos del organismo.
· El determinismo. Los comportamientos humanos están marcados por la herencia biológica y por las circunstancias sociales.
· El método experimental. Igual que un científico experimenta con sus cobayas, el novelista debe experimentar con sus personajes, colocándolos en determinadas situaciones para demostrar que su comportamiento depende de la herencia y del medio.
De los presupuestos anteriores se derivan varias consecuencias literarias:
1. En cuanto a temas, ambientes y personajes, abundan los asuntos “fuertes”, las bajas pasiones, así como personajes tarados, alcohólicos o psicópatas, seres que obedecen, sin saberlo, a sus tendencias genéticas, si bien sus reacciones difieren accidentalmente según el ambiente en que se han educado.
2. En la técnica y el estilo se llevan a sus últimas consecuencias los métodos de observación y documentación del Realismo. Igualmente se hace más precisa la reproducción del habla.



3.-Autores realistas españoles más importantes.
“FERNÁN CABALLERO” (1796-1877)
Pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber, hija del cónsul alemán en Cádiz. Cultivó un costumbrismo andaluz, con enfoques sentimentales y moralizantes. Destaca su novela La Gaviota (1849). Junto con Fernán Caballero y Pedro Antonio Alarcón representan el "prerrealismo" o transición del Romanticismo al Realismo.
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN (1833-1891)
Granadino. Comenzó también como escritor costumbrista y romántico. Elementos románticos hay aún en novelas suyas como El escándalo (1875). En cambio, es de un transparente realismo El sombrero de tres picos (1874), auténtica joya de la novela corta española, por lo divertido del argumento, la aguda captación de tipos y ambiente y la viveza del estilo.
JUAN VALERA (1824-1905)
Aristócrata cordobés, cultísimo, liberal y escéptico, comenzó a los cincuenta años su carrera de novelista con una obra maestra, Pepita Jiménez (1874), cuyo protagonista se debate entre una vocación religiosa más convencional que profunda y la fuerte atracción que siente por la mujer que da título a la obra. Otra obra: Juanita la Larga. Valera es realista por lo riguroso de su observación, pero rehuye, sin embargo, los aspectos más penosos o crudos de la realidad. Lo caracterizan una sutil ironía, gran psicologia (sobre todo en los personajes femeninos) y un estilo cuidado, tan elegante como sencillo.
JOSÉ MARÍA PEREDA (1833-1906)
Santanderino. Se sitúa en una línea tradicionalista, apegada a una visión idílica del campo (frente al dinamismo urbano). Así exalta la naturaleza y las gentes sencillas de su tierra: el mar y los pescadores en Sotileza (1885), la montaña en Peñas arriba (1895).
ARMANDO PALACIO VALDÉS (1853-1937)
Asturiano. Presenta también una exaltación de las virtudes tradicionales, frente al progreso. Así, en La aldea perdida (1903) cuenta los estragos de la invasión minera en un valle asturiano, antes idílico y luego degradado. Se hicieron famosas otras novelas suyas como La hermana San Sulpicio o La alegría del capitán Ribot.
EMILIA PARDO BAZÁN (1851-1921)
De la escuela naturalista tomó el gusto por los rudos ambientes sociales, con sus pasiones violentas y sus crudezas. Los pazos de Ulloa y La madre Naturaleza (1886-1887) componen un intenso cuadro de gentes y paisajes de su Galicia. Aparte otras novelas, es autora de varios centenares de cuentos, a menudo excelentes.
VICENTE BLASCO IBÁÑEZ (1867-1928)
Es el novelista más cercano a la escuela naturalista: se le llamó “el Zola español” y, en efecto, comparte con éste el gusto por ambientes sórdidos, la crudeza de los temas y la preocupación por las taras hereditarias. Ello va unido al vigor con que supo captar el mundo rural de su tierra, Valencia, en novelas que se harían famosísimas, como La barraca (1894), Cañas y barro (1902), etc.

LEOPOLDO ALAS CLARÍN

Datos biográficos
Nació en Zamora, en 1852, pero se sintió profundamente asturiano, como su familia, y pasó la mayor parte de su vida en Oviedo, donde estudió Derecho y fue catedrático de Universidad. Allí murió en 1901.
Hombre de grandes inquietudes espirituales, perdió la fe en una crisis juvenil y la recobró en 1892, aunque al margen de la ortodoxia. Fue muy crítico con el catolicismo tradicional. En política fue un liberal republicano muy sensible ante las inquietudes sociales. Es, ante todo, un intelectual independiente que desarrolló una importante actividad crítica y nos dejó una activada narrativa no muy amplia, pero de gran valor.
Obra crítica y narrativa
Como crítico literario destaca por la agudeza de sus juicios. Además sus artículos nos revelan sus preferencias de escritor: admira a Balzac y, más aún, a Flaubert; defendió a Zola, con reservas. Entre los españoles, alabó a Galdós.
Como novelista, comienza con La Regenta (1884). Publicó después Su único hijo (1890), estimable, pero inferior a aquella.
Además compuso más de setenta cuentos, en cuyas páginas conviven enfoques críticos con la ternura hacia las gentes humildes. El más famoso es ¡Adiós, Cordera!, obra maestra del género por su hondura emotiva y su perfección formal.
La Regenta Una de las mejores obras de toda la narrativa española. Estamos ante una novela excelente porque reúne profundos problemas humanos, un vasto panorama social y un máximo rigor artístico.
4.-BENITO PÉREZ GALDÓS
1) Datos biográficos
Nació en Las Palmas (Islas Canarias) en 1843, el décimo hijo de un coronel del Ejército. La llegada a Las Palmas de una prima le trastornó emocionalmente y sus padres decidieron que fuera a Madrid a estudiar Derecho en 1862. Leyó con voracidad a los autores realistas europeos y a Cervantes. En Madrid entra en contacto con el krausismo por medio de Fco Giner de los Ríos, que le anima a escribir y le presenta en la redacción de algunas revistas. Se transforma en un madrileño que frecuenta tertulias literarias en los cafés, que asiste al Ateneo, que recorre la ciudad y se interesa por los problemas políticos y sociales del momento: se define a sí mismo como progresista y anticlerical.
En 1868 viaja a París y descubre a los grandes novelistas franceses. A su regreso traduce a Dickens, escribe teatro y, por fin, en 1870 se decide a publicar su primera novela, La Fontana de oro, con el dinero que le da una tía, ya que en esa época las novelas o se publicaban por entregas en publicaciones periódicas, revistas y periódicos, o corrían a costa del autor; la obra era todavía romántica pero en ella ya empezaban a verse sus ideas radicales que aflorarán en el decenio siguiente. La década de 1880, será su época de máxima creación. También en estos años se compromete activamente en política, ya que de 1886 a 1890 es diputado por el partido de Sagasta, aunque nunca pronunció un discurso. A pesar de la oposición ultracatólica que no le perdonó haber escrito Doña Perfecta (1876), un panfleto anticlerical, fue elegido miembro de la Real Academia Española. El paso de los años le darán brío y en 1892 se entregó a la reforma del teatro nacional. El estreno de Electra (1901) supuso un acontecimiento nacional: al acabar la representación los jóvenes modernistas acompañaron al autor hasta su casa en loor de multitud. En 1907 volvió al Congreso, como republicano, y en 1909 con Pablo Iglesias, fue jefe titular de la “conjunción republicano-socialista”. Su izquierdismo fue el causante de que no se le otorgara el Premio Nobel. En 1920 murió ciego y pobre en Madrid, su ciudad de adopción.

2) Obra
La obra de Galdós se caracteriza por su marcado realismo. Es un gran observador con toques geniales de intuición que le permiten reflejar tanto las atmósferas de los ambientes y las situaciones que describe como los retratos de lugares y de personajes. Se sirve del lenguaje para identificar a sus personajes y esto ha hecho que muchas veces se le acuse de poco elegante, pero él usa un lenguaje ramplón cuando describe o habla un personaje ramplón. El encanto de Galdós está en la sensación de espontaneidad y viveza que nos transmite mediante un estilo expresivo, ágil y sugerente. Es revelador el número de obras suyas que han pasado al cine o a la televisión. Tras Cervantes, numerosos estudios lo sitúan en la mayor altura de la novela española.
Galdós dividió su obra en “Episodios nacionales”, “Novelas españolas de la primera época” y “Novelas españolas contemporáneas”.
Episodios nacionales
Desde 1873 a 1912, Pérez Galdós se propuso el ambicioso proyecto de contar la historia novelada de la España del siglo XIX, es decir, desde 1807 hasta la Restauración, con la intención de analizar el protagonismo de las fuerzas conservadoras y de progreso en España. Son 46 novelas distribuidas en cinco series de diez obras cada una, excepto la última que quedó interrumpida y sólo tiene seis. Obras corales, épicas, que cubren la anécdota del protagonista individual. Galdós se documenta con rigor y hasta donde puede narra con gran objetividad.
Las dos primeras series (1873-1879) cubren la guerra de Independencia y el reinado de Fernando VII. En ellas el autor manifiesta un cierto optimismo en una evolución lenta hacia el progreso. Entre las obras más celebradas de estas series se encuentran “Trafalgar”, “Bailén”, “Napoleón en Chamartín” o “La familia de Carlos IV”.
En 1898, retomó de nuevo las series, en las que trabajó hasta 1912. Cubre desde las Guerras Carlistas hasta la Restauración. Ahora aparece la visión amarga de la España profunda dividida y enfrentada en guerras fratricidas; ante esta convicción el autor busca una salida en el ideal de “la distribución equitativa del bienestar humano” resultado de su izquierdismo político. Algunas de las obras de este periodo son “Zumalacárregui”, “Mendizábal”,”De Oñate a La Granja”, “Amadeo I” o el último episodio, “Cánova”.
Novelas españolas de la primera época. Novelas de tesis
Hasta 1880 escribe unas novelas de tesis, maniqueas, donde los buenos son personajes modernos, abiertos, liberales y progresistas, y los malos, conservadores, tradicionalistas, fanáticos religiosos e intransigentes. Obras simplistas llenas de ardor juvenil. Entre éstas destacan Doña Perfecta (1876), Gloria (1877) y La familia de León Roch (1878).
Novelas españolas contemporáneas
Así llamó Galdós a veinticuatro novelas que publicó a partir de 1880. Es un impresionante cuadro del Madrid y de la España del momento, en que se dan cita toda clase de ambientes, tipos, sentimientos, desde los más nobles a los más bajos. En estas obras el autor ya no utiliza planteamientos maniqueos religiosos o políticos para valorar las conductas de sus personajes, y con plena libertad analiza sus sentimientos, deseos y frustraciones. Lo que surge es un conjunto impresionante de mezquinos, bondadosos, burgueses adinerados, nobles arruinados, desheredados, grandezas y miserias de gentes que viven para aparentar. Galdós consigue captar esta pluralidad social y vital con técnicas narrativas nuevas sirviéndose tanto del monólogo interior, como del estilo indirecto o del personaje-narrador —que ya había utilizado en los primeros Episodios Nacionales—. Ahora el autor presenta y el lector juzga.
La primera de estas novelas es La desheredada (1881), obra naturalista en la que la protagonista, una muchacha loca que está en el manicomio de Leganés (Madrid), se cree descendiente de un aristócrata y acaba en la prostitución; El amigo Manso (1883) —obra que ya anuncia las “nivolas” de Miguel de Unamuno— plantea el contraste entre un profesor krausista y su superficial y taimado alumno. La de Bringas es una novela publicada en 1884, cierra una posible y discutida trilogía junto a El doctor Centeno y Tormento, publicadas en 1883 y 1884 respectivamente. Todas ellas tratan de los años anteriores a la Revolución de 1868, lo que sirve a Galdós para explicar la similitud entre esos años y la Restauración, período durante el cual escribe la novela. En Tormento la protagonista es engañada y seducida por un sacerdote disoluto y la recoge un indiano enriquecido aunque no se casa con ella. En Miau (1888) describe las penalidades de un cesante progresista durante un gobierno conservador, y el infierno de la burocracia; la usura aparece tratada en Torquemada en la hoguera (1889) en la que se narra la ascensión social de un usurero que acaba convertido en senador. Entre todas estas obras destaca Fortunata y Jacinta (1887) el mural más extraordinario sobre la historia y la sociedad madrileña de la época y una de las mejores novelas de la literatura española: Juan Santa Cruz es el amante de una muchacha pobre, apasionada y enamorada, pero se casa con su prima, la dulce Jacinta, que sufre las infidelidades del marido. Fortunata se queda embarazada y el “señorito satisfecho” —como Ortega y Gasset definió al prototipo de este personaje— busca otra amiga. Fortunata tiene a su hijo pero llena de celos provoca una riña con la nueva amante que la llevará a la muerte no sin antes haber entregado el hijo a Jacinta. Sobre este argumento central en el que se tejen otros y con la realidad político-social del momento de fondo, Galdós se situó como narrador cómplice de la Naturaleza que rectifica los errores de sus hijos.
Además debemos añadir a la clasificación de sus novelas otros dos grupos:
Novelas espiritualistas
En los años noventa surge una actitud espiritualista en la novelística de Galdós. El tema ético y religioso se aborda en Nazarín (1895) —que Luis Buñuel llevó a la pantalla, como también hizo con otra novela de Galdós, Tristana— en la que se ve a un sacerdote perder la fe porque su pureza evangélica no es comprendida ni aceptada por un mundo mezquino; Misericordia (1897) está considerada como una de sus obras maestras y en ella retrata a la dulce Benina que mendiga para llevar dinero a la casa en la que trabaja de criada sin cobrar y en la que aparece el retablo más descarnado de la miseria madrileña.
Últimas novelas
 Durante sus últimos años se consagró fundamentalmente al teatro, pero todavía escribió alguna novela con un marcado tono fantástico: El caballero encantado (1909) y  La razón de la sinrazón (1909).
Una mención nada más a las obras dramáticas de Galdós, que fueron frecuentemente criticadas por tener un carácter esencialmente novelesco. Ciertamente, adaptó para el teatro sus propias novelas. Destacamos:
    * Realidad : drama en cinco actos y en prosa
    * La de San Quintín: comedia en tres actos y en prosa
    * Los condenados: drama en tres actos, precedido de un prólogo
    * Voluntad: comedia en tres actos y en prosa
    * Doña Perfecta: drama en cuatro actos, arreglo teatral de la novela del mismo título
    * Casandra: drama
    * La fiera: drama en tres actos
    * Electra: drama en cinco actos

COMPLETA ESTE TEMA CON EL ANÁLISIS DE ALGUNA/S NOVELA/S QUE HAYAS HECHO

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